La superficie del agua en calma es comparable a la de un espejo sobre el cual se reflejan los puntos luminosos. Pero el espejo del agua es transparente, de manera que el ojo distingue a la vez las imágenes reflejadas por la superficie y los diversos objetos que se encuentran en el fondo del agua.
El fondo oscuro del río o del estanque, con su lodo, sus piedras y sus hierbas, representa el papel de la capa metalizada de un espejo y permite al ojo apreciar mejor los rayos reflejados.